Esta semana me di cuenta que las expresiones artísticas están en cada tradición, como los cuentos y leyendas de Cajamarca. La leyenda es la narración oral que se ha transmitido de generación en generación a través del tiempo; en ella se encuentran hechos fabulosos que acontecieron en tiempos muy antiguos y que de ellos solo se tiene vestigios o restos con alguna característica histórica.
Camino a la encañada pasé por la famosa “Pampa de la Culebra”, en la ruta iba escuchando la narración de mi compañero, quién me haría reencontrarme con recuerdos de infancia olvidados y despertaría mi curiosidad por estas expresiones. Este es un agradecimiento a él por ese momento y por muchos más. Todos debemos conocer la leyenda de la Pampa de la Culebra.
LEYENDA DE LA PAMPA DE LA CULEBRA
En la Sierra norte peruana, oculta entre los Andes se haya situada la ciudad de Cajamarca; es pequeña y dormida en un muy extenso valle de matizado verdor. En este ambiente, se formó la confederación tribal de los Caxamarcas; vivían ellos en la más grande paz y unión, dedicados al pastoreo y al cultivo de la tierra.
Cierta vez, cuando se acercaba el tiempo de las cosechas los dioses de la Selva quisieron mostrar su poderío, enviaron de lo más hondo y enmarañado de sus lares una serpiente que al trepar la cordillera adquirió dimensiones gigantescas y tornase feroz e invulnerable. A su paso devoraba sembrados, árboles, hombres y animales, dejando sólo ruina y desolación.
Un día los Caxamarcas vieron que las aves del cielo huían del oriente y que a la luz del Sol había tristeza, entonces los adivinos dijeron que tales sucesos eran presagios de que el formidable monstruo se encaminaba hacia la ciudad.
Cundió el pánico entre los moradores, como se extiende el viento en la puna y abandonaron la comarca dejando sus chozas abrazados por el fuego. El curaca reunió a sacerdotes y ancianos en asamblea y enviaron un gran ejército a vencer a la serpiente; fracaso completo: Todos los guerreros desaparecieron devorados por la culebra. Y el Curaca sintió miedo y fue al campo a implorar ayuda a los dioses. De una choza solitaria salió un anciano que llegando hasta la colina en donde oraba el Curaca, miró las chacras doradas, los árboles, la ciudad, las flores silvestres; miro el oriente y dijo así al jefe indígena: “Señor te hablo en nombre de los dioses a quienes imploras. Si tu hija, que en estos momentos mama la leche de su madre, no es ofrecida en holocausto; la serpiente devorará los frutos de nuestra tierra, asolará la comarca y teñirá con nuestra sangre el agua de los manantiales”
Volvió el profeta a su cabaña el Curaca reprimiendo su dolor contó a los sabios el mensaje divino y ellos inclinaron la cabeza en señal de cumplimiento de la voluntad suprema.
Rodeado de ancianos, sacerdotes y hechiceros, marchó el Curaca con su hija en brazos sobre las cumbres, contra el viento helado de la puna, entre los pastizales hacia el lugar donde se encontraba la culebra, mientras los tambores estremecían los horizontes.
Dormía la serpiente envuelta en una colina; con el ruido de los tambores despertó desenvolviéndose, cuan larga era, en actitud de ataque.
Fue entonces cuando el Curaca se adelantó con la niña en las manos hacia la serpiente, más al instante en que ésta iba a tomar en sus temibles fauces a la pequeña se nubló el cielo y cayó un rayo, el animal retorciéndose desesperado, derrumbado enormes moles de rocas con su cola y quedó convertida en una gran pampa sobre la cual creció el Ichu. No satisfechos los dioses de los Caxamarcas transformaron al reptil en una puna helada, la han azotado a través de los siglos con airadas tempestades de rayos, evitando así que la pampa se torne nuevamente en serpiente y avance a destruir la ciudad.
Bases de la leyenda:
La región de los Chachapoyas fue el centro de una dominación respetable sus hombres fueron aguerridos y aficionados a las conquistas haciéndose notables por su valor y talentos militares. Es probable que en sus invasiones guerreras, atravesando el Marañón llegasen hasta el reino de los Caxamalcas, sosteniendo con estos terribles combates de ataques y defensas.
Hay que recordar que esa pampa es un verdadero pararrayos, pues en las estaciones de lluvia caen allí, y sobre la denominada “serpiente” innumerables rayos.